Tuesday, July 07, 2009

La Ruta Inversa



“…a veces el futuro es un sueño cerrado
y uno arroja la llave al precipicio
el corazón a veces nos despierta a los gritos
y uno se vuelve sordo de ternura”
(Mario Benedetti. Cinco veces triste)


Completamente devastado llegue a la estación para regresar a mi casa. Me senté junto a la ventanilla de espaldas al sentido que va el tren. No tengo ganas de llorar. Lo que tengo es una tristeza inmutable que poco a poco va escarchando los contornos de mi corazón famélico. Cuando elegí esta carrera sabia que iba a poder ahuyentar a la muerte de unos cuantos pero mis formulas químicas, mis tratamientos…no son una varita mágica, puedo retrasar su llegada… puedo evitar que lleve a cabo algunos de sus macabros antojos y caprichos… pero no soy dios.
No soy dios… quien es dios?... quien soy yo?...
“Cuando un medico pierde la fe…solo puede redimirlo un buen scotch en las rocas, mijo?” Oigo la voz del abuelo, si, eso decía el abuelo…el también fue medico. Y borracho. Murió por culpa de la segunda guerra mundial sin desmerecer la hepatocracia que tiranizó su organismo. Los ingleses lo tenían preso en Sudáfrica porque era alemán, los alemanes lo perseguían porque era judío. En Argentina lo refugiaron creyendo que era nazi. Mi padre nacería en Pretoria y conocería esta tierra en la búsqueda de su progenitor alojado en el Barrio Agrario de Rió Gallegos. Mi abuela eligió quedarse en el suelo que le salvó la vida….o mejor dicho que le enseñó a vivir.
Abrí la valija y me puse a buscar algo mientras le daba play al mp3 y comenzaba a escuchar Ein Heldenleben de Richard Strauss. Siempre soñé con aprender a tocar algún instrumento, pero la medicina absorbió toda mi atención, a ella he dedicado todos estos años de estudio e investigación, de servicio incesante. Siempre supe que había nacido para ser medico, esto es lo único en lo que realmente me destaco… salvo en días como los de hoy.
Me pregunto que planes secretos tendrá un dios que deja morir a una pequeña de 6 años. No. Ya se que no es ningún dios ni ninguna fuerza. Causa y consecuencia. Pero… ¿Por qué? Se que no tiene caso preguntarme todo esto…se que nunca sabré el porque de muchas cosas… se que mi lado racional lo considera una inútil perdida de tiempo, y sin embargo no puedo evitar sentir este fastidio…esta desazón…esta tristeza que transforma todas mis lagrimas que caen hacia adentro en filosas estalactitas que se clavan como astillas en mi alma.
El tren por fin arranca y el viento que aumenta junto con su velocidad me trae un delicioso aroma a canela…Levanto a penas la vista y allí descubro unas blanquísimas manos juntas aferradas contra el vientre, descansando sobre un bolso azul cargado de abultadas cosas sobre su regazo. Sigo subiendo la vista hasta encontrarme con su pálido rostro sobre el cual se destacan el rosado de sus finos labios. Cándida y serena…sus ojos encierran primaverales pinos en llamas de un fuego que pretende simular frialdad. Tose. Gira su cabeza y la vuelva al frente. Parece aburrida. No es muy linda…su belleza es mas bien inexplicable. No esta en su fisonomía sino en el alma que se esconde dentro de ese cuerpo que no puede más que pasar desapercibido. Pero yo la descubro y veo algo mas detrás del amarillo fuego que corona esos verdes pinos, veo una guerra…veo una bestia en el sigilo custodiando a una triste niña maniatada. Veo… un hada…veo sus alas de….de murciélago?
Suspira como con fastidio, tal vez se haya dado cuenta que la miro e intenta rechazarme. Trato de esquivar la mirada, pero lo que encuentro es la desagradable teta de una gorda amamantando a su hijo, y el rostro de Jimmy Hendrix en la remera de un púber bloqueando mi visión hacia el pasillo. No puedo evitar volver a observarla…algo intraducible atrae imposiblemente mi atención hacia ella.
Creo que podría enamorarme de una mujer así, creo porque nose… nunca estuve enamorado,…o si, una vez, pero me parece que aquella época no cuenta.
Para entonces la mas codiciada de la clase había sido mi novia desde los 16 años, conocía mi casa, mi familia, yo la suya y así fuimos creciendo a la par, descubriendo las primeras novedades del mundo juntos. Todos decían que estábamos hechos el uno para el otro, a veces nos peleábamos pero de alguna manera siempre volvíamos y nos íbamos de vacaciones…teníamos planes en común, ninguno de los dos podía imaginarse ya un futuro sin el otro…parecía que estábamos predestinados en nuestra unión. Atravesamos tristezas y alegrías propias y mutuas creyendo que eso nos habilitaba a considerar que no cabían dudas sobre la perennidad de nuestra pareja.
Hasta que una día, después de hacer el amor, me puse a mirarla mientras me fumaba un cigarrillo. Su cuerpo desnudo enredado entre las sabanas resplandecía en la escasa luz de la habitación. Estábamos en Calafate, habíamos ido de visita a lo de mi abuelo que la quería con especial aprecio porque decía que le recordaba a la abuela….sus hermosos lacios cabellos rubios y sus rasgos nórdicos. Éramos la pareja perfecta. Salvo por un pequeñísimo detalle que pude descifrar aquella noche mientras ella dormía como un ángel entre las nubes a mi lado. Era hermosa, dulce, compañera, aunque la mayoría de la veces no entendiera ni medio los verdaderos motores que propulsaran mi vida, o tal vez nisiquiera los supiera yo mismo, pero si yo consideraba que algo debía ser…ella lo apoyaba ciegamente.
Soñaba con darme hijos, hermosos hijos que cuidaría con afanosa dedicación, me esperaría cada noche al volver del trabajo, y se seguiría viendo siempre tan esplendida como ahora, y hablaríamos de lo rica que esta la cena y la importancia de poner rejas en el frente de la casa, y planearíamos donde irnos de vacaciones con los chicos, y donde dejar el perro. Ella se ocuparía de todo aquello en lo que yo jamás me he sabido ocupar…porque jamás le he encontrado demasiado sentido…o trascendencia. Y entonces la mire con desilusión. Una mujer tan bella, tan dulce y buena estaba enamorada de mi…o estaba acostumbrada a mi…o ya no sabría como existir por fuera de mi… porque ya el destino había elegido por nosotros, porque nos había cruzado en el camino de tan jóvenes para que viviéramos todo, para que nos conociéramos tanto…para que al final sintiéramos que no había porque molestarse en fijarse mas allá de lo que nosotros juntos ya éramos.
Ella había sujetado su vida a mi, su pasado era yo, su presente era yo, y por deducción transitiva no habría entonces porque dudar en que también su futuro iba a serlo. Aplaste la colilla del cigarrillo en el cenicero que enseguida apoye sobre la mesita de luz donde me encontré con una fotografía de su cumpleaños 19 que estaba usando de señalador en su agenda. Yo la besaba ignorando la cámara y ella que sí sabia que nos fotografiaban espiaba por un ojo y sonreía sin soltar el cuchillo con el que acababa de cortar la torta cargada de velitas. Imagine la misma imagen pero en nuestra fiesta de bodas. El mismo beso, la misma expresión de dicha inocultable en su rostro, mi brazo sujetándola por la cintura…todo igual…salvo los trajes de ocasión y la torta mas grande.
Ella era feliz con el sueño de esa vida. Ella no tenia otro sueño mas que esa vida y por eso su felicidad era algo tan fácilmente realizable….y de pronto una seguidilla de palabras inconexas se volcaron sobre mi: mundano… mediocridad… caducidad… vacuidad… conformidad… tierra yerma.
Y yo sabia que mi felicidad se alejaba por completo de lo que en ese sueño ella esperaba. Acaricie su espalda y pareció ronronear. La amo pero no por lo que seremos sino por lo que hemos sido.
Mañana al despertar todo habrá cambiado. Las necesidades mas ocultas de mi alma no se condecian con el sueño de aquella mujer que supeditaba su felicidad a mi presencia en su vida. Esa dependencia es donde mas claramente veo la trampa que nos ha tendido el destino. Sería cómodo quedarnos juntos y seguir la inercia de las circunstancias… pero presiento que estoy desviando el rumbo para el que fui nacido, o para el que quiero aprovechar mi vida, es como si supiera que fuera a perderme de algo que no se explicar en palabras, algo que ella jamás entendería ni podría implicarla. Algo que sin duda tiene su precio, y que por supuesto soy perfectamente conciente de esa paga. Su alma sencilla su vida común… la ajenan del mundo al que pertenezco, un mundo sediento que pese a todo… no puede mermar esa sed…
Ha vuelto a toser y no deja de mover su piecito impaciente. Quisiera saber en que va pensando…imagino que me mira ahora y me recita un poema de Benedetti “No te salves” me dice…”…ni ahora ni nunca” y me rescata del hospicio...beso sus labios de hada y deshiela con el mismo fuego en que arden sus verdes pinos la tristeza que me invade adentro.
El tren se detiene esta vez en mi estación, pero no bajo. En un acto que poco tiene de razonable me he quedado a contemplar un poco más a esta pequeña musa que arremete contra los hielos de mi alma sin percatarse siquiera de su maravillosa magia.
Puedo preguntarle la hora y así empezar una charla pero no veo que lleve reloj. Su ignorancia peyorativizante me vulnera. Qué estúpido me siento en situaciones como esta!.
El tren vuelve a detenerse. Se levanta. Se baja acá? Ya? Te vas tan pronto?...Súbitamente descubro que fui todo el viaje con la mano metida en la valija y recordé que mi intención al subir había sido tomarme una aspirina, pero ya no me hacía falta, de modo que lo cerré abruptamente, me colgué sobre el brazo el guardapolvo y baje detrás de mi hada.

De "El Endemico Impostro y sus antropomorfizaciones alegoricas"-

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