
“Nadie quiere tu secreto mas que vos…”
(El Indio Solari).
Tomo una lapicera y se puso a escribir posesivamente, como si estuviera haciéndole incisiones macabras al papel con su cacografía desgarrada.
Su libretita y lapicera las cargaba como un caza vampiros no se despegaría jamás de su crucifijo y el ajo.
¿Ellos quiénes?. Nunca contestaba. Hasta que un día el me observaba desde el patio cuando yo iba caminando por el pasillo a su encuentro. Habíamos acordado realizarle la terapia en el patio, ya que el aire libre lo hacía sentirse mucho mas relajado. Y yo me disponía a avisarle que pospondríamos la sesión para dos horas más tarde, dado que me había surgido una reunión a la que no podía faltar.
Una muchacha (-algún familiar que también anda de visita- me acuerdo que pensé) me detuvo para preguntarme la hora. –Una menos diez- la muchacha agradeció con una sonrisa, o me pareció que sonrió, porque a decir verdad nisiquiera la miré en aquel momento al contestarle, pero si la hubiera mirado, estoy seguro de que ella hubiera sonreído para mi, y de alguna manera puedo ver esa sonrisa ahora si lo pienso. Pienso en aquel momento y puedo verla. Verla imaginada se ha vuelto mi más desquiciado habito personal últimamente. Y se alejó sin decir palabra. Hecho al que no le di ni la más mínima trascendencia, como a la mayoría de las cosas importantes que suceden en la vida (quiero decir, en mi vida) pero de pronto noté cómo para aquel hombre, aquel brevísimo suceso había cambiado el sentido de las cosas.
Desde entonces comenzó a contarme todas sus historias con minucioso detalle. Hasta llegar a confesarme con sus apesadumbrados ojos llenos de lagrimas haber sido él mismo el homicida alevoso de cada uno de aquellos extraños personajes que me fue describiendo. No le creí sus lágrimas, porque no las lloraba por arrepentimiento ni compasión por los aberrantes sufrimientos de esas victimas sino por el terror que le ocasionaba pensar en la venganza de todos ellos….y en como no había prevenido esto antes. En ningún momento había arrepentimiento o culpa por las aberraciones cometidas...o que decía haber cometido ya que no se confirmaba aun que hayan sido reales o que hayan estado tan solo en su mente.
Sentí rechazo. No podía creer que aquel hombre hubiera matado a tanta gente de maneras tan impresionantes. Durante el día disfrutaba dándole de comer a los gatos que prácticamente poblaban el hospital tanto y más que los pacientes. Jugaba con ellos, los acariciaba por horas y hasta he notado que les habla como en un extraño lenguaje en un tono misterioso.
Es totalmente amable con los demás internos, sobre todo con los más críticos, y estos lo siguen y respetan. Cada tanto se reúnen todos a su alrededor a escuchar sus historias y todos ríen y gritan y se asustan y aplauden. Luego se levanta y se marcha silenciosamente y los demás parecen respetar eso.
Por las noches, se encierra a escribir frenéticamente hojas y hojas de quien sabe que cosa. Por las mañanas destruye todas las hojas que escribió, trituradas casi meticulosamente. Aun se niega a mostrarme y elude el tema cuando le pregunto. Viene al patio a meterlas en un balde de agua hasta disolverlas y formar una pasta. Que deja secar al sol como bollos que luego parecen piedras pero se desasen si uno las toca.
Por mi parte la repulsión que siento por este ser es a su vez atrayente. Su caso es bastante atípico, sobre todo porque justamente no creo que este loco, mas bien creo que no me esta contando toda la verdad, que nos esta tomando el pelo a todos, lo que quiero averiguar es porque, y en ese sentido es que ejerzo mi profesión, tratando de ir metiéndome en su mente, y descubrir que es lo que esconde…que es lo que escribe…y porque no quiere compartirlo.
Asique para tratar de acercarme y demostrarle mi confianza gestioné un walkman para que escuchara la música clásica que tanto le gusta y lo calma, aludiendo que tras estos 6 meses de internado y a través de la músico-terapia, el paciente había demostrado una admirable mejoría tanto física (sobre todo porque ha podido dejar la silla de ruedas) como psicológica, aunque en este aspecto, por supuesto, me reservo algunas cruciales sospechas en mi apreciación personal. Dilucidaciones a su debido tiempo llegaran, y todo esta sentado en mi informe, especialmente el “no oficial” que tengo muy bien guardado.
-“¿Usted sabe quien era la joven esa a la que le preguntó la hora?”- indagó sin importarle demasiado el hilo de nuestro dialogo – porque yo vi que usted la vio. Usted la vio…-repitió buscando confirmar aquello con especial énfasis antes de seguir. Y a mi me hubiera gustado contestarle lo que el esperaba que yo supiera… sin embargo solo pude limitarme a reafirmar esto ultimo –Sí, claro…- saltándome la primera indagación.
–Ella entiende…- bajó la cabeza. Me hubiera gustado preguntarle “que cosa” sin embargo solo me atreví a preguntarle si lo visitaba seguido. No contestó. De hecho cayó como en transe.
Solo cuando me levante para retirarme le oí musitar a mis espaldas–…usted vio un hada, Dr.-.
No me detuve ni me volví, pero sentí una corriente eléctrica subiéndome por la espina dorsal hasta la nuca e inmediatamente intenté regresar a mi mente la imagen de la muchacha:
Me vi caminando por el pasillo. Oí el eco de mis pasos. Recuerdo el rostro del hombre mirando hacia mí, y de pronto reconozco cierto tipo de expectativa en el que antes no había percibido. Luego veo hacia un lado…donde se abre un corredor que lleva a la salida…y entonces la muchacha me pregunta la hora…Ahora veo mi reloj “una menos diez” oigo mi voz….y luego…su figura…oscura, impostada sobre el resplandor de la ventana tras de si, esta borroso…no puedo distinguir nada. Vuelvo la mirada al hombre que ahora encierra cierto aire de complicidad…Pero la muchacha…no, no, casi ni la registre, sin embargo una sensación de extrañas características se apoderó de mi. ¿La conocía?. Y de ser así…¿de dónde?.
Yo no creía en las hadas, sin embargo ellas me remontaban a hermosos recuerdos de mi infancia, de la niñez única vez en la que recuerdo haber sentido lo mas parecido a lo que los humanos, por defecto o por misteriosas razones que jamás conoceremos, llamamos felicidad.
Aquella noche sentí un inmenso alivio al llegar a mi casa y saber que al otro día me estaría mirando cara a cara con el Perito Moreno. Visitar al abuelo es una de las pocas cosas sobre esta tierra que me dan tanta satisfacción espiritual. Una semana en el sur, y volvería renovado para aclarar mis ideas.
Sin embargo…seria la primera vez que viajaría solo después de la separación…Ya me imagino todas las preguntas de “porque” “como pasó?” , “a vos te parece una chica tan agradable” ....
La verdad lo que menos tengo ganas es de ponerme a dar explicaciones sobre mi vida amorosa. En realidad no me interesa hacerlo sobre ningún tema de mi vida en general ni en particular.
Pero ellos se sienten con el derecho a exigirme que les explique todo!. De lo que soy, de lo que hago, de lo que pienso, de porque lo pienso, de porque lo hago, y de porque lo soy. Me indigna!. Tal vez no viaje.
Igual las cosas ya no son lo que eran antes….a veces hasta imagino que nunca lo fueron y que todo ha sido un mero producto de mi imaginación, especulando porque lo fueran.
Tal vez ellos no son más que personajes que ha creado mi mente para alimentar una hermosa historia irreal. Pero cometí la estupidez de despertarme…y sinceramente (se quedo reflexionando unos segundos)….creo que ha sido la estupidez más sensata que he cometido en mi vida!.
De "El Endemico Impostor y sus antropomorfizaciones alegoricas" -
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