Monday, February 27, 2006



"...Tratar con el miedo, con la ostración más infame de uno mismo y emitir el lacónico sonido de quién se espanta una mañana al encontrarse con un ser que lo observa horrorizado desde el espejo del botiquín, el cual se abre para sacar alguna pócima que vuelva a transformarlo en nadie, en efímera alucinación narcotizada, en fetichismo reflectario de un ausente indefinido, de un sepulcral vacío inusitado, en abismo…en agujero… en enajenación inadvertible…en mitad perdida….y en perdido rastro (borrado a mano por el diablo adentro).

Tratar con el miedo, en medio de las obnubilaciones y la adrenalina de los presentimientos de cornisa y los súbitos giros del drenaje de sueños hacia la cloaca terrenal, y el cuerpo deshabitado anidando arañas y murciélagos del abandono, ecos del silencio retórico en perpetua lejanía e impermeable vacuidad.

Tratar con el miedo y sus ojos como agujas (iniquidad absorta) y el ultraje en pleno vuelo de las alas (y del vuelo). Cerrojos y clausuras de portazos en la cara, de brújulas perdidas y laberintos que conducen siempre al mismo sitio (las fauces del minotauro). Los gritos, el asco, la perturbación existencial de no poder nacer sin haber muerto, de no poder levantarse sin haberse caído, la manipulación arbitraria del tiempo (que no es más que la distancia entre los cuerpos, o una mera proyección subjetiva del cerebro sobre lo inabarcable) la antropomorfizacion de la soledad tocando el piano en blanco y negro y la negación obstinada de repetir no haber visto jamás a quien niega no habernos visto jamás al otro lado del espejo y destruirlo de un puñetazo, para ver como sangramos su mano, como lloramos sus lagrimas, como gritamos su dolor y como si no nos ocupamos de el, él se ocupará de nosotros a su tiempo..."

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