Saturday, August 11, 2007

LABERINTO


La solución no era adentrarse en las tinieblas de aquel malsano laberinto que no parecía conducir a ninguna parte.

Sobre todo cuando urgía la esperanza. Los recodos, idas y venidas se volvían insoportables en los momentos de mayor asfixia.

Ahora entiendo porque nadie podía salir de allí. La solución no era adentrarse. Cuando menos se lo esperaban descubrían que el laberinto había sido diseñado justamente para engañar los sentidos de aquellos que creían fervientemente que atravesarlo consistía en mantener agudizada la astucia y la memoria para descifrar la salida.

Yo por suerte fui siempre más escéptica. Sobre todo porque habiendo nacido en Buenos Aires nunca me aprendí bien las calles ni las alturas, nisiquiera aquellas avenidas referenciales que ningún porteño en edad adulta y en su sano juicio puede ignorar. Bueno yo cumplía con esos dos requerimientos (con el primero seguro) y sin embargo siempre tenia que terminar preguntando y no se porque todos insistían con eso de “de donde sos?” y entonces por dignidad o por bronca contestaba “de La Chicata” (incluso ensayaba distintos acentos) “un pueblito escondido de la cordillera al sur de Mendoza” y siempre me decían que “que bárbaro” que nunca habían escuchado hablar de el… que “que grande que es la Argentina hay tantos lugares que uno nisiquiera conoce” y querían saber mas asique a veces inventaba cosas absurdas como que nos dedicábamos a la domesticación y adiestramiento de chinches, que teníamos el torneo tradicional de carreras en guanacos…y cosas así, hasta que dudando ya de mi sano juicio (segundo requerimiento por el que le pueden entender a uno que se pierda estando en su propia ciudad) me contestaban rápido para donde tenia que irme así me sacaban de encima sin mas. Por supuesto siempre terminaba invitando a todos a pasar por mi pueblito a comer chinches a leña, que preguntaran por “Los Villa-Zapata” que si no la ganan la empata…etc

Como me pudre que me pregunten de donde soy. Me pierdo porque no se prestar atención a las calles ni a las alturas ni a los barrios, ni a los mapas…puedo perderme estando parada. Y?. Estoy pensando en otra cosa…la calle puede llamarse como quiera.

Por eso cuando vi que no iba a salir jamás de ese infastuoso laberinto me resigne a disfrutar del paisaje, total, no tenia salida, ya estaba sabido.

Y entonces fui a dar a un claro donde se abría una especie de túnel, como esos por donde pasa el tren. No me hacia gracia meterme ahí en esa oscuridad infinita. Pero tampoco quería retroceder (aunque retroceder en este caso es solo una hipótesis porque tal vez ese túnel me llevara devuelta al comienzo….y así). Como sea, me mandé. Al principio se veía algo. Después nada y tuve que ir tocando la pared para fijarme de no llevarme algo por delante. Entonces pise en falso. Una grieta me tragaba. Caí a los gritos. Hasta que el agua de un mar infinito me recibió entre sus olas gigantescas. Tras una ardua lucha nadando pude hacer que me dejaran en la orilla de lo que parecía ser un desierto infinito. Nada de flora nada de fauna. Solo kilómetros y kilómetros de tierra árida.

Cuando avance hacia el desierto la arena comenzó a levantarse como en una tormenta…y allí donde debería estar el horizonte apareció un espejo. Atrás el océano. Delante yo, con el océano detrás de mi, frente al desierto. El infinito y yo enfrentados. El laberinto no tenía salida. Yo si….o mi reflejo.

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