
El invita a Wanda a un boliche, ella no quiere porque no soporta esos lugares. El insiste y ella que quiere ser “normal” es decir quiere ser como la masa (que es quien determina los rangos de “normalidad” o de sometimiento a la dominación social como os guste más) va.
Al llegar su amigo le dice “vas a ver que la vas a pasar bien… “
Wanda ve varias imágenes:
Un chico habla con una chica de brillante cabellera rubia en la barra, ve entonces un monstruito pálido con dentadura filosa y babosa -transpirando algo pegajoso- hablando en un lenguaje estrafalario pero animosamente con ella –Wanda frunce el ceño, no comprende-, entonces la bella rubia la mira directamente a los ojos y dice: me esta diciendo que quiere cogerme no importa cuantos tragos tenga que pagarme. Wanda abre los ojos, se espanta un poco y mira hacia otro lado, allí encuentra en una especie de VIP sentados en unos silloncitos alrededor de una mesita ratona que sostiene un balde metálico con un espumosa champaña en su interior, a una vanidosa y voluptuosa mujer que charla con dos amigos, parecen muy alegres. Pero lo que Wanda ve, es una mujer demoníaca pintada exageradamente y riendo burdamente, sometiendo a latigazos a los dos pusilánimes seres que se arrodillan debajo de sus exuberantes tetas – de un tamaño más grande de lo normal- como pequeños monstruitos bajo el yugo de la deidad de los pajeros. Wanda empieza a sentirse un poco mareada.
“…ves?” – continúo diciendo su amigo. Wanda sonríe poco convincentemente, sus ojos la delatan pero trata de parecer normal, su meta es ser una chica normal…su meta es ser una chica de la masa, su meta es ser tan vulgar, ignorante y estúpidamente megalómana como el resto de los miserables seres que la rodean…Wanda sabe que quiere que crezcan peras del olmo… pero así y todo quiere probar si con algún golpe en la cabeza pueda tal vez arrimarse a ese nivel de idiotez mental, (que es una idiotez no genética, sino una idiotez social, psicosocial, es decir, una idiotez incomprensible y patológica) que todos exhiben a su alrededor por donde sea que mire.
Ahora alguien de pigmentación anaranjada llega a saludarla, el tipo parece una bergamota con anteojos de sol. Lo ridículo de los anteojos de sol llama la atención teniendo en cuenta que es de noche y se esta dentro de un lugar cerrado y especialmente con tenue iluminación donde por lo general la visión es ya de por si bastante mala. Como sea, Wanda ve que el hombre-bergamota con anteojos de sol se acerca a darle un beso en la mejilla a ella y a su amigo mientras los invita a tomar algo. Su amigo parece entusiasmado, cosa que le provoca una iracunda indignación. Se van hacia un lugar al final de la barra donde el hombre-bergamota, pide un par de tragos.
La música es una monocorde alienación de monotonía mental. Todos bailan y desfilan en una perfecta sincronía coreográfica de masturbación del ego. Eyaculando gregarismo pútrido con movimientos epilépticos sobreactuados que desafían la corporeidad natural de la anatomía humana. Bizarro surrealismo. Wanda siente ganas de vomitar. Se excusa y va hacia el baño. En el camino que atraviesa hasta el se siente en cámara lenta, en sus oídos hay una sola música, una especie de coro tibetiano y tambores tribales, la psicodélia de las luces la enceguecen y entorpecen su paso, la empujan, le pegan codazos, la pisan, y empieza a sofocarse, a aturdirse y a atacar contra esa masa de insectos gigantescos que intentan devorarla. Un súbito terror se apodera de ella hasta que llega por fin al baño que estaba lleno de mujeres arreglándose el pelo, el busto, los pantalones, las mascaras…todas le abren paso y entra a un sanitario del que justo sale alguien y cierra la puerta. Vomita. Mira los azulejos sucios…piensa en la pobre alma que tenga la tarea de limpiar estos baños, debería ser el trabajo mejor pago del mundo porque es casi una inmoralidad andar fregando los fluidos y excreciones ajenas. Piensa que esta es la parte más real del boliche. Aunque siente asco por ese lugar, también siente que es donde preferiría quedarse. Un hoyo hediondo pero real, alejado de la multitud fantasma.
El hombre-bergamota nota su ausencia y pregunta a su amigo si no sabe donde esta. En ese momento regresa Wanda como si nada le hubiera sucedido. Su amigo intenta integrarla con el grupo y la lleva a sentarse a uno de los silloncitos donde charlar con el resto, ella conciente, el hombre-bergamota en un aparente gesto de caballerosidad le cede el paso a Wanda, el objetivo es, lógicamente, corroborar la famosa reputación de sus tan elogiadas nalgas. Su rostro musita algo entre dientes que muestran, tras una maléfica sonrisa, la morbosidad de sus intenciones subyacentes.
Wanda quiere irse. Desea nunca haber venido. Piensa que estaría ahora en su casa durmiendo placidamente, o leyendo un apasionante libro o simplemente haciendo zapping en su cómoda ropa tirada en la cama.
El tema de conversación parece ser algo referido a una súper mega fiesta de DJ´s cuyos nombres le resulta imposible de retener en la cabeza. A penas acotó tres “ahá” y dos “si, claro” mientras injería cuantiosas cantidades de bebida alcohólica, difícilmente diferenciables unas de otras a esta altura. Alguien hace una broma con connotaciones racistas y todos estallan en unánimes carcajadas. Wanda sufre, esa broma no solo no le causo gracia, sino que además insultó sus más profundos valores. Wanda debe reír como los demás ríen si quiere ser normal. La gente normal se ríe. Se ríe de los demás. La gente normal es prejuiciosa, es racista, es narcisista, es cobarde, mezquina, es mediocre, es vulgar, es hipócrita. Wanda simula una tos y se termina medio vaso de un solo trago. Su óptica se ha obnubilado y todo parece mecerse arrítmicamente, las dimensiones perceptivas se han vuelto desproporcionadas. Ve un brazo alzarse, ve unas comisuras abrirse y luego cerrarse, ve una rodilla, una botella, ve sus propias manos, ve que ya no ve…y poco a poco tampoco sentirá…No quiere no sentir…eso la asusta.
El hombre-bergamota parece haberle estado hablando todo este tiempo, y por alguna misteriosa razón que Wanda jamás comprenderá se ha lanzado con esa patética expresión de triste actor de telenovela hacia ella. Wanda siente que desea gritar desesperadamente, y se pregunta: si lo beso, el hombre-bergamota me va a ver como alguien normal, si lo empujo con violencia y le hago saber que no me interesa su anaranjada existencia y que detesto este lugar como a todos los que están en el, y me voy, va a darse cuenta que soy una intrusa que se coló en sus filas para observarlos mas de cerca…para ver como actúan, como piensan, cuales son sus modalidades culturales como se comunican…a ver si puedo aprenderlas y adquirirlas, pero me van a descubrir, van a saber que no soy normal, que no soy uno de ellos, y nunca voy a poder serlo…yo se que nunca voy a serlo…entonces que hago acá?...que hago acá?.
Un brusco empujón en el pecho alejó el corpulento tórax del hombre-bergamota que tomó extrañado aquel irremisible rechazo al que todos los presentes habían asistido cos sus atrofiados sentidos. Wanda ahora era una paria, debía huir de allí inmediatamente. Se puso de pie de un salto y todo su entorno giro como un remolino que la tragaba y la sumergía en una caída infinita. Sin embargo, el infinito fue vencido por la mesa ratona sobre la que acababa de caer tras un estruendo de roturas y estallidos de vidrios que rociaron el piso del que trabajosamente trataba de reincorporarse, su amigo se inclinó a ayudarla pero en ese momento Wanda estiró una pierna para darse envión, incrustando involuntariamente la punta de su zapato en la nariz de su amigo que ahora sangraba y lo subsumía en un agudo llanto. El hombre-bergamota se haya inmóvil observando la impresionante odisea tratando de mantenerse al margen. Wanda se levanta apoyando sus manos sobre los vidrios rotos, y una vez en pie escapa como una presa que ha logrado burlar a sus depredadores.
Al salir recobra el aliento estampando su cara contra el aire fresco que le devuelve los sentidos y también la calma. Camina cuadras y cuadras doblando esquinas y esquivando miradas, hasta llegar a una estación de servicio, entonces se da cuenta de que su mano derecha está llena de sangre, se quita un vidrio, luego otro mas pequeño y mas incrustado. Le da vergüenza entrar así y sigue de largo.
Esto es lo que pasa cuando se quiere ser lo que no se es. Pasa que en realidad yo no quiero ser lo que me convendría ser para encajar mejor en esta sociedad-cloaca. Pasa que no me sale no sentir, o sentir superficialidades, cotidianeidades, vulgaridades vanas. En mi mundo pasan otras cosas…cosas que jamás podrían ver ni entender…cosas que para poder sentirlas hay que haber atravesado la fina y quebradiza corteza de esa superficie vacua. Yo no quiero ser normal, si ser normal es tener una mente tan limitada. Mi mente es mi salvación de la inutilanza, de la intrascendente reproducción de una existencia sin afecciones en el alma, sin cuestionamientos, sin rupturas, sin declives ni relieves, sin sentido… de una existencia plana – piensa acongojada.
Wanda llega por fin a su casa. El sonido que hace la llave al girar en la cerradura le produce un espasmo de alivio que le doblega el alma en un llanto mitigado solo por la necesidad de no hacer ruidos.
Entra a su habitación y siente lo mismo que un guerrero al regresar de una difícil batalla y reencontrarse con los suyos. Se abraza a su almohada y ve todas las imágenes vividas reproducidas ahora por el proyector de su inconsciente sobre el lienzo de su mente dormida. La mujer voluptuosa le dice: el sexo es manipulación de poder…con el pongo a todos bajo mi yugo. La mujer rubia grita te odio y el monstruo la devora, la imagen se rompe como un vidrio que quita ahora de su mano, ve sangre… sangre que inunda todo el lugar y miles de insectos flotan desesperados por no ahogarse en ella, un hombre naranja la toma del cuello y le pasa la lengua por toda su cara, Wanda lo vomita y el bullicio cacofónico satura sus tímpanos hasta mermar en un grito de su propio rostro sobre el que se enrosca una boa que esta a punto de taparle los ojos. Vas a ver que la vas a pasar bien….ves?. El mundo se apaga y todo queda en silencioso negro.
El alma cuando se agita traspira sueños…o pesadillas…Wanda entenderá que ser normal es una etnicidad de hipócritas.
3 comments:
Nunca me gustó ir a boliches. Y si bien no soy Wanda ni llego a sus extremos, me siento bastante identificado en algunas cuestiones con tu relato.
Lo que mas me gustó fueron las imágenes. Era muy facil para mi ver todo lo que estás describiendo con un detalle fantástico.
Me da la sensación de que cuando escribís haces algo parecido a lo que hago yo a la hora de desarrollar una historia, que es afanar de la realidad. Si te cruzo por chat te voy a mandar un cuento que escribí hace poco que es un plagio a una anecdota de mi infancia. Capaz lo subo al blog...
En fin. Saludos. Nos veremos por ahi
Me encantó tu limadura, voy a seguir recorriendo el blog entero y despues te cuento
hola bienvenida al mundo real!
bueno, no se como empezar a describir las cadenas de reacciones que internamente se sucedieron en mi a medida que leia tu obra. la sensacion de desnudes que me invadio, a la interperie de tu mirada, no se donde acabo y donde empezas vos. como obra es algo bien constituido. digno de ser leido.preguntado.investigado. aunque creo que redujiste toda la produccion del pensamiento a una funcion amorosa creo que es meritoria tu captabilidad representacional (yo tambien reduzco je)pero me temo que podria tener un desenlace nihilista en cierto punto.
habria que intercambiar opiniones, ideas,formas, luces...
Post a Comment